LOS "DESÓRDENES DE LA CONDUCTA"

Publicado en por IRMA D. REYES RICRA

LOS "DESÓRDENES DE LA CONDUCTA"

LOS "DESÓRDENES DE LA CONDUCTA"

Los "desórdenes de la conducta" en los jóvenes constituyen un grupo complicado de problemas emocionales y del comportamiento. Los niños y adolescentes que sufren de estos desórdenes tienen mucha dificultad en seguir las reglas y en comportarse de manera socialmente aceptable. Otros niños, los adultos y las instituciones sociales los consideran "malos" o delincuentes en lugar de enfermos mentales. Muchos factores pueden contribuir al desarrollo de los desórdenes de la conducta en el niño, incluyendo un daño al cerebro, el haber sufrido abuso, vulnerabilidad genética, el fracaso escolar y las experiencias traumáticas de la vida.

Los niños y adolescentes con problemas de la conducta pueden manifestar algunos de los siguientes problemas del comportamiento:

Agresión hacia las personas y los animales:

Acosa, intimida o amenaza a los demás

A menudo inicia peleas físicas

Ha usado un arma que puede causar daño físico serio a otros (por ejemplo: palos, ladrillos, botellas rotas, cuchillos o armas)

 Es físicamente cruel con las personas o animales

Roba a sus víctimas mientras las confronta (por ejemplo: asalto)

Obliga a otro a llevar a cabo una actividad sexual

Destrucción de la propiedad:

Deliberadamente prende fuegos con la intención de causar daño

Deliberadamente destruye la propiedad de otros

Fuerza la entrada en el edificio, casa o automóvil de otros

Miente para que le den las cosas, para obtener favores o para evitar las obligaciones

Roba artículos sin confrontar a la víctima (por ejemplo: roba en las tiendas, pero sin forzar su entrada para robar)

Violación seria a las reglas:

Se queda la noche fuera de la casa aun pese a la objeción de sus padres

Se escapa de la casa

Deja de asistir a la escuela cuando le parece

Las investigaciones demuestran que los jóvenes con desórdenes de la conducta tendrán problemas de continuo si ellos y sus familias no reciben un tratamiento comprensivo a tiempo. Sin el tratamiento, muchos de estos muchachos con desórdenes de la conducta no lograrán adaptarse a las demandas que conlleva el ser adulto y continuarán teniendo problemas en sus relaciones sociales y manteniendo un empleo. A menudo contravienen la ley o se comportan de manera antisocial.

Para poder diseñar un plan integral de tratamiento, el siquiatra de niños y adolescentes puede utilizar la información del niño, la familia, los maestros y de otros especialistas médicos para entender las causas del desorden.

La terapia de comportamiento y la sicoterapia generalmente son necesarias para ayudar al niño a expresar y controlar su ira de manera apropiada. La educación especial puede ser necesaria para los jóvenes con problemas de aprendizaje. Los padres frecuentemente necesitan asistencia de los expertos para diseñar y llevar a cabo programas de administración especial y programas educativos en la casa y en la escuela. El tratamiento puede también incluir medicamentos para algunos jóvenes, como aquéllos que tienen dificultad prestando atención, problemas con sus impulsos o aquéllos que sufren de una depresión.

El tratamiento raras veces es corto, ya que toma mucho tiempo establecer nuevas actitudes y patrones de comportamiento. Sin embargo, el tratamiento a tiempo ofrece una oportunidad para considerable mejoría en el presente y una esperanza de éxito en el futuro.

Todos los niños demuestran oposición de vez en cuando, particularmente cuando están cansados, hambrientos, con estrés o alterados. Ellos pueden argumentar, contestar, desobedecer y desafiar a los padres, maestros y otros adultos. El comportamiento de oposición es a menudo una parte normal del desarrollo de los niños de dos o tres años y cuando llegan a la adolescencia. Sin embargo, el comportamiento de falta de cooperación y hostilidad se convierte en un asunto serio cuando es tan frecuente y consistente que sobresale al ser comparado con el de otros niños de la misma edad y nivel de desarrollo y cuando afecta la vida social, familiar y académica del niño.

EN LOS NIÑOS CON UN TRASTORNO DE DESAFÍO Y OPOSICIÓN

En los niños con un trastorno de desafío y oposición, hay un patrón de falta de cooperación, desafío y comportamiento hostil en curso hacia la figuras de autoridad que interfiere seriamente con el funcionamiento diario del niño. Los síntomas del TDO pueden incluir:

Rabietas frecuentes

Discutir excesivamente con los adultos

Desafío activo y negación a cumplir con lo que los adultos le piden que haga y a las reglas

Intentos deliberados de molestar y fastidiar a la gente

Culpar a otros por sus propios errores y mal comportamiento

A menudo ponerse quisquilloso o enfadarse fácilmente con otros

Irritación frecuente y resentimiento

Usar palabras hirientes y odiosas cuando está alterado

Buscar vengarse.

Los síntomas se pueden usualmente ver en múltiples situaciones, pero pueden ser más evidentes en el hogar o en la escuela. De un cinco a un quince porciento de todos los niños de edad escolar tienen TDO. Las causas del TDO se desconocen, pero muchos padres informan que su niño con TDO era más rígido y demandante que sus hermanos desde su temprana edad. Factores biológicos y del ambiente pueden jugar un papel.

A un niño que presenta los síntomas del TDO debe de hacérsele una evaluación comprensiva. Es importante buscar otros desórdenes que puedan estar presentes, tales como: el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), problemas con el aprendizaje, desórdenes del humor (depresión, desorden bipolar) y desórdenes de ansiedad. Puede que sea difícil mejorar los síntomas del TDO sin tratar el trastorno Los coexistente. Algunos niños pueden llegar a desarrollar lo que se conoce como trastorno de la conducta.

El tratamiento del TDO puede incluir: programas de adiestramiento a los padres para ayudarlos a que sepan manejar el comportamiento del niño, sicoterapia individual para que el niño desarrolle un control más efectivo del coraje, sicoterapia familiar para mejorar la comunicación, terapia cognoscitiva de comportamiento para asistir en la solución de los problemas y disminuir la negatividad, entrenamiento en las destrezas sociales para aumentar la flexibilidad y mejorar la tolerancia de la frustración con sus pares.

Tratar con un niño con TDO puede ser muy difícil para los padres. Estos padres necesitan respaldo y conocimiento. Los padres puden ayudar a su niño con TDO de las siguientes maneras:

Siempre edifique en lo positivo, elogie y refuerce positivamente al niño cuando demuestre flexibilidad y cooperación.

Use tiempos de descanso (time-outs) auto-impuestos si usted va a hacer que el conflicto con el niño se empeore en vez de mejorarse. Esto es ser un buen modelo para su niño. Respalde a su niño si él decide que va a usar un tiempo de descanso (time-out) auto-impuesto para evitar sobre reaccionar.

Escoja sus luchas. Ya que su niño con TDO tiene problemas evitando las luchas por el poder, establezca prioridades en las cosas que usted quiere que su hijo haga. Si usted le da un tiempo de descanso en su cuarto por su mal comportamiento, no le añada tiempo argumentando. Dígale "tu tiempo comienza cuando tú te vayas a tu cuarto".

Establezca límites razonables y apropiados, con consecuencias que puedan aplicarse consistentemente.

Mantenga otros intereses que no sea su hijo con TDO, de manera que controlar a su niño no le tome todo su tiempo y energía. Trate de trabajar con y obtener el respaldo de otros adultos (maestros, entrenadores y cónyuge) para tratar con su hijo.

Maneje su propio estrés con ejercicio y relajación. Haga uso de un programa de cuidado temporero (respite care) cuando sea necesario.

Muchos niños con TDO pueden responder a las técnicas positivas de los padres. Los padres pueden pedirle a su pediatra o médico de familia que los refiera a un siquiatra de niños y adolescentes, quien puede diagnosticar y tratar el TDO y cualquier condición siquiátrica co-existente.

No son sólo los adultos los que se deprimen. En los niños con un trastorno de desafío y oposición, que es una enfermedad tratable. La depresión se define como una enfermedad cuando la condición depresiva persiste e interfiere con la habilidad de funcionar del niño o adolescente.

Aproximadamente un 5 por ciento de los niños y adolescentes de la población general padece de depresión en algún momento. Los niños que viven con mucha tensión, que han experimentado una pérdida o que tienen desórdenes de la atención, del aprendizaje, de la conducta, o de desórdenes de ansiedad corren mayor riesgo de sufrir depresión. La depresión también tiende a correr en las familias.

El comportamiento de los niños y adolescentes deprimidos puede ser diferente al comportamiento de los adultos deprimidos. Los siquiatras de niños y adolescentes le recomiendan a los padres que estén atentos a síntomas de depresión que puedan presentar sus niños.

Los padres deben de buscar ayuda si uno o más de las siguientes señales de depresión persisten:

tristeza frecuente, lloriqueo y llanto profuso

desesperanza

pérdida de interés en sus actividades; o inhabilidad para disfrutar de las actividades favoritas previas

aburrimiento persistente y falta de energía

aislamiento social, comunicación pobre

baja autoestima y culpabilidad

sensibilidad extrema hacia el rechazo y el fracaso

aumento en la irritabilidad, coraje u hostilidad

dificultad en sus relaciones

quejas frecuentes de enfermedades físicas, tales como dolor de cabeza o de estómago

ausencias frecuentes de la escuela y deterioro en los estudios

concentración pobre

cambios notables en los patrones de comer y de dormir

hablar de o tratar de escaparse de la casa

pensamientos o expresiones suicidas o comportamiento autodestructivo

Un niño que jugaba a menudo con sus amigos empieza a pasarse la mayor parte del tiempo solo y pierde interés por todo. Las cosas de las que disfrutaba previamente ya no le dan placer al niño deprimido. Los niños y adolescentes deprimidos dicen a veces que quisieran estar muertos o pueden hablar del suicidio. Los niños y adolescentes deprimidos corren un mayor riesgo de cometer suicidio. Los adolescentes deprimidos pueden abusar del alcohol o de otras drogas tratando de sentirse mejor.

Los niños y adolescentes que se portan mal en la casa o en la escuela pueden estar sufriendo de depresión. Los padres y los maestros a veces no se dan cuenta de que la mala conducta es un síntoma de depresión porque el niño no siempre da la impresión de estar triste. Cuando se les pregunta directamente, los niños algunas veces admiten que están tristes o que son infelices.

El diagnóstico y tratamiento temprano de la depresión es esencial para los niños deprimidos. La depresión es una enfermedad real que requiere ayuda profesional. Un tratamiento comprensivo a menudo incluye ambas terapias, individual y de familia. Por ejemplo, la terapia de comportamiento cognositivo (CBT) y la sicoterapia interpersonal (IPT) son formas de terapia individual que han demostrado ser efectivas en el tratamiento de la depresión. El tramiento puede también incluir el uso de medicamentos antidepresivos. Para ayudarles, los padres deben pedirle a su médico de familia que los refiera a un profesional de la salud mental capacitado, quien puede diagnosticar y tratar la depresión en niños y adolescentes.

Señales de advertencia del suicidio en niños y adolescentes

Las señales comunes de advertencia del suicidio incluyen:

Hacer afirmaciones suicidas.

Estar preocupado con la muerte al conversar, escribir o dibujar.

Regalar pertenencias.

Distanciarse de amigos y familiares.

Tener comportamiento agresivo u hostil.

Es extremadamente importante que usted tome en serio todas las amenazas de suicidio y busque tratamiento inmediato para su hijo o adolescente. Si eres un niño o un adolescente y tienes estos sentimientos, habla con tus padres, un amigo adulto o con tu médico inmediatamente para conseguir ayuda.

Otras señales de advertencia pueden incluir:

Descuidar el aspecto personal.

Escaparse del hogar.

Comportamiento arriesgado, como conducir en forma imprudente o ser promiscuo sexualmente.

Un cambio en la personalidad (por ejemplo, pasar de ser alegre a ser callado).

Pensamientos suicidas e intentos de suicidio

Ciertos problemas aumentan las probabilidades de pensamientos suicidas en niños y adolescentes. Otros problemas pueden provocar un intento de suicidio.

Los problemas que aumentan las probabilidades de pensamientos suicidas incluyen tener:

Depresión u otros problemas de salud mental, como trastorno bipolar (enfermedad maníaco-depresiva) o esquizofrenia.

Uno de los padres con depresión o problemas de consumo de alcohol o drogas.

Un intento de suicidio anterior.

Un amigo, compañero, familiar o héroe (como una figura deportiva o un músico) que recientemente haya intentado suicidarse o se haya suicidado.

Una vida familiar conflictiva o donde exista el maltrato.

Antecedentes de abuso sexual.

Antecedentes de ser víctima de intimidación ("bullying").

Los problemas que pueden provocar un intento de suicidio en niños y adolescentes incluyen:

Posesión o adquisición de armas, pastillas u otros medios para hacerse daño a sí mismo.

Problemas de consumo de drogas o alcohol.

Presenciar el suicidio de un familiar.

Problemas en la escuela, como tener malas notas, comportamiento conflictivo o ausencias frecuentes.

Pérdida de uno de los padres o de un familiar cercano debido a la muerte o a un divorcio.

Problemas legales o disciplinarios.

Estrés causado por cambios físicos relacionados con la pubertad, enfermedad crónica y/o infecciones de transmisión sexual.

Distanciarse de otros y no comunicar sus pensamientos.

Dudas sobre la orientación sexual.

Depresión

Las señales de depresión, la cual puede conducir a una conducta suicida, incluyen:

Sentirse triste, vacío o propenso al llanto casi todos los días.

Pérdida de interés en actividades que se disfrutaban en el pasado.

Cambios en los hábitos de alimentación y del sueño.

Dificultad para pensar y concentrarse.

Quejas de aburrimiento constante.

Quejas de dolores de cabeza, de estómago o fatiga sin tener problemas físicos.

Expresiones de culpa o no permitir que nadie lo elogie o premie.

Diez cosas que los padres pueden hacer para prevenir el suicidio

A medida que los niños se convierten en adolescentes, es más difícil para los padres saber cómo se sienten y qué están pensando. ¿Cuándo los cambios de temperamento se convierten en algo en algo de preocupación?

Es importante saber qué factores pueden poner al adolescente en riesgo del suicidio. Invierta algo de su tiempo en leer estas 10 formas de ayudar a prevenir que una tragedia ocurra. Entre más sepa, estará mejor preparado para entender qué puede poner en riesgo a su niño.

1. No permita que la depresión o la ansiedad de un adolescente aumente sin control.

Tal vez su hijo simplemente esté teniendo un mal día, pero podría ser algo más si dura más de una par de semanas.

Realidad: 9 de cada 10 adolescentes que se quitan la vida cumplían el criterio para un diagnóstico de problemas o trastornos psiquiátricos o mentales, más de la mitad de ellos con trastornos del estado de ánimo, tales como la depresión o ansiedad.

Las personas deprimidas suelen aislarse, cuando en secreto están llorando para que se les rescate. Muchas veces sienten demasiada vergüenza para comunicar su tristeza a otros, incluidos a mamá y papá. Los hombres en particular pueden intentar ocultar sus emociones debido a la creencia errónea de que exhibir vulnerabilidad es una muestra de debilidad.

No esperemos a que los jóvenes vengan a nosotros con sus problemas. Toque a su puerta, siéntese en la cama y dígale, “Te noto triste. ¿Hay algo de lo que te gustaría hablar? Tal vez te puedo ayudar”.

2. Escuche a su hijo adolescente, incluso cuando no está hablando.

No todos, pero la mayoría de los menores que están pensando en el suicidio (a lo que se le llama ideación suicida) transmiten su estado mental atormentado por medio de conductas conflictivas. Los estudios han descubierto que un rasgo común de las familias destrozadas por el suicidio de un hijo o una hija es la mala comunicación entre los padres y el hijo. Sin embargo, existen por los general tres o más factores o circunstancias que están presentes al mismo tiempo en la vida del niño cuando él o ella están pensando en quitarse la vida.

Estas incluyen, pero no se limitan a las siguientes:

Pérdida mayor (por ejemplo, rompimiento de una relación o muerte)

Abuso de sustancias

Presión social o parte de pares

Acceso a las armas de fuego

Humillación pública

Una enfermedad crónica

Agresividad o falta de reflexividad

Historial de suicidio en la familia

Si su instinto le dice que un adolescente podría ser un peligro para sí mismo, preste atención a sus instintos y no permita que se quede solo. En este caso, es mejor exagerar que restarle importancia. Lea: Como comunicarse con su adolescente.

3. Nunca ignore las amenazas de suicido como un melodrama típico de los adolescentes.

Cualquier declaración escrita o verbal que diga "Me quiero morir" o "Ya no me importa nada" debe considerarse con seriedad. Con frecuencia, los menores que intentan suicidarse les dijeron a sus padres en repetidas ocasiones que pretendían matarse. La mayoría de la investigación sustenta que las personas que amenazan abiertamente con el suicidio, en realidad no intentan hacerlo y que la amenaza es sólo un llamado desesperado pidiendo ayuda. Aunque esto es cierto en muchos casos, ¿qué padre o madre se arriesgaría a equivocarse.

Cualquiera de estas otras llamada de auxilio requieren de su atención y acción inmediata y de pedir ayuda a un profesional lo más pronto posible:“Nada me importa”.

“Me pregunto cuántas personas vendrían a mi funeral”.

“A veces quisiera solo dormirme y no volver a despertar”.

“Todos estarían mejor sin mí".

“No tendrás que preocuparte por mí por mucho tiempo”.

Cuando un adolescente empieza a hacer comentarios poco disimulados como esos o directamente admite que está pensando en suicidarse, intente no sobresaltarse (“¡¿Qué, estás loco?!”) ni menospreciar (“¡Qué cosa más ridícula dices!”). Sobre todo, no le diga, “¡No lo dices en serio!”; aunque es probable que usted esté en lo correcto. Esté dispuesto a escuchar sin juzgar a lo que realmente está diciendo, que es: “Necesito tu amor y atención porque siento muchísimo dolor y no puedo con esto yo solo”.

Ver a un hijo tan perturbado podría romperle el corazón a cualquier padre. Sin embargo, el enfoque inmediato debe ser consolarlo; después podrá expresar lo que usted siente. En voz calmada puede decir, “Entiendo. Realmente has de sentir mucho dolor por dentro".

4. Busque ayuda profesional de inmediato.

Si la conducta de su hijo adolescente le tiene preocupado, no espere a comunicarse con el pediatra. Contacte a un proveedor de salud mental en su localidad que trabaje con niños para que le haga una evaluación a su niño lo más pronto posible para que su hijo o hija puedan empezar a recibir terapia o asesoramiento si no corren el riesgo de hacerse daño a sí mismos. Sin embargo, llame a la línea telefónica de ayuda o grupo de apoyo en su comunidad o vaya a la sala de urgencias si usted cree que su niño está considerando seriamente el suicidio o puede hacerse daño a sí mismo.  

5. Comparta sus sentimientos.

Hágale saber a su hijo que no está solo y que todos nos sentimos tristes o deprimidos a veces, incluso las mamás y los papás. Sin minimizar su angustia, reconfórtelo diciéndole que esos malos momentos no durarán para siempre. Dígale que las cosas realmente van a mejorar y que usted puede ayudarle durante la terapia y otros tratamientos para que las cosas mejoren para él o ella.

6. Anímelo para que no se aísle de la familia y los amigos.

La mayoría de veces es mejor estar con otras personas que estar solo. Pero no lo obligue si dice que no.

7. Recomiende el ejercicio.

La actividad física tan simple como caminar o tan vigorosa como levantar pesas, puede aminorar la depresión leve a moderada.

Existen varias teorías que explican por qué:

Hacer ejercicio hace que una glándula del cerebro libere endorfinas, una sustancia que se cree que mejora el estado de ánimo y reduce el dolor. Las endorfinas también reducen la cantidad de cortisol en la circulación. El cortisol que es una hormona que se ha vinculado con la depresión.

El ejercicio distrae a las personas de sus problemas y les hace sentir mejor de sí mismos.

Los expertos recomiendan ejercitarse de treinta a cuarenta minutos al día, de dos a cinco días a la semana.

Cualquier forma de ejercicio funciona; lo que es importante es que los jóvenes disfruten la actividad y lo hagan de forma constante.

8. Anime a su hijo para que no se exija demasiado por ahora.

Hasta que la terapia comience a hacer efecto, es probable que no sea momento para asumir responsabilidades que podrían resultar abrumadoras. Sugiera que divida las tareas grandes en tareas más pequeñas y manejables siempre que sea posible y que participe en sus actividades que disfrute y que le causen menos estrés. El objetivo es volver a fomentar la confianza y la autoestima.

9. Recuérdele a un adolescente que esté bajo tratamiento que no espere resultados inmediatos.

La terapia conversacional o los medicamentos suelen tomar tiempo para mejorar el estado de ánimo, por lo que no debe sentirse desilusionado ni culparse si no se siente mejor de inmediato.

10. Si usted tiene armas de fuego en el hogar, guárdelas en un lugar seguro o cámbielas a otro lugar hasta que la crisis pase.

Realidad: Suicido con armas de fuego entre los jóvenes estadounidense alcanzó su mayor cifra en 12 años en el 2013, en los cuales la mayoría de las muertes involucraban un arma de fuego que pertenecía a un miembro de la familia, de acuerdo con un informe de el Centro Brady para Prevenir Violencia con Armas de Fuego. Cualquiera de estas muertes podrían haber sido evitadas si el arma de fuego no estuviera disponible.

Si sospecha que su hijo o hija es suicida, sería una buena medida mantener el alcohol y los medicamentos bajo llave; incluso las medicinas de venta libre.

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